Tere Vallejo
Morelia, Michoacán, 15 de junio de 2025.– Sin rodeos, aunque con cautela, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, dejó entrever la mala relación que sostiene con el Ejecutivo estatal.
“No quiero entrar en polémica para ser más confrontación, la violencia añade violencia y yo sin decir una sola palabra contra el gobernador, está contra de mí, imagínate si hablo contra él”, soltó ante la prensa, visiblemente incómodo.
La declaración se dio durante su habitual rueda de prensa semanal, en la que tradicionalmente informa sobre actividades eclesiásticas.
Esta vez, sin embargo, la atención giró hacia su negativa a emitir opinión sobre los problemas de violencia que enfrenta Michoacán.
Balaceras, enfrentamientos, decapitaciones y asesinatos de funcionarios han marcado los últimos días en la entidad.
A pesar del clima alarmante, Garfias Merlos se mostró evasivo, sin emitir un solo llamado a las autoridades o un pronunciamiento ético, como ha hecho en el pasado.
Presionado por los medios, el jerarca católico se justificó diciendo que prefiere no declarar, para evitar mayores discrepancias, dejando clara su incomodidad y un intento por evitar nuevas confrontaciones.
También se negó a responder sobre la polémica declaración del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, quien se pronunció por el uso de fuerza letal contra delincuentes.
El distanciamiento entre Garfias y Ramírez Bedolla se agudizó desde que el gobernador acusó al arzobispo de recibir con beneplácito una flotilla de vehículos entregada por el exmandatario Silvano Aureoles Conejo, señalando posibles actos de corrupción.