_Se mantiene viva en la comunidad de Nuevo San Juan Parangaricutiro_
*Nuevo Parangaricutiro, Michoacán, 9 de enero de 2024.-* Ser kúrpite es un honor para los habitantes de la comunidad de Nuevo San Juan Parangaricutiro, en Michoacán, como nos lo cuenta el niño Felipe, quien a sus 10 años participa por primera vez en esta festividad que data del siglo XVI.
Kúrpites es una palabra purépecha que significa “los que se reúnen”, en alusión a los jóvenes que conforman cuadrillas para representar a su barrio y competir a través de esta majestuosa danza llena de color, maestría y elegancia sobre el entablado que se instala en la plaza principal.
Y así, reunidos en torno a la música y la danza, los Kúrpites compiten cada año en una de las manifestaciones más representativas del Carnaval Indígena de Michoacán para honrar a la virgen María y a San José.
Con alegría, Felipe nos comparte cómo vive esta experiencia. “Estoy emocionado por participar este día, ya me he subido al entablado más de una vez y me sentí listo, mis papás me metieron al grupo de Kúrpites y aprendí”, compartió.
Ataviado con su traje típico y luego de dos años de constancia y práctica, Felipe debutó como una nueva generación de Kúrpites en la competencia anual de San Juan Nuevo Parangaricutiro, donde los barrios de San Mateo y San Miguel compiten mediante el arte y la tradición para ser dignos exponentes en la fiesta del pueblo purépecha.
“La música y la danza las traemos en las venas desde hace varias décadas en mi familia, mi padre y mi abuelo nos inculcaron la integración de los Kúrpites desde muy jóvenes, así que continúa la tradición con el pequeño Felipe que yo he preparado”, señaló su papá, Felipe Mintzita Velázquez.
El padre de Felipa explica que esta bella danza representa la historia de nuestros antepasados, antes y después de la conquista española, con un fuerte significado y en honor a la virgen María y a San José.
Por su parte, Juanita Contreras, mamá de Felipe, detalla que en la confección de la vestimenta se cuida cada detalle y la pieza más importante por sus colores, brillo y materiales, es el delantal, con un valor de hasta 9 mil pesos, el cual elaboró totalmente a mano con ayuda de la abuela de Felipe.
“La tradición marca que cuando él sea grande será su novia quien se lo realice, y él a cambio llevará a su casa una danza”, relata orgullosa.
Es así como las familias de Nuevo San Juan Parangaricutiro, el pueblo que nació de las cenizas del volcán Paricutín, dan vida a esta tradición que fusiona la cultura purépecha con la española para convertirse en un emocionante y bello espectáculo que expresa la energía de los habitantes del “pueblo que se negó a morir” y a través de su danza te transporta a las raíces de nuestro bello Michoacán.